Una farmacia que data del Siglo de Oro de las letras españolas y una taberna en la que Cervantes escribió, entre otras de sus magistrales obras, la segunda parte de ‘El Quijote’. El Ayuntamiento de la Ciudad de Madrid ha rendido hoy homenaje a estos dos establecimientos, ubicados en pleno barrio de Las Letras, con la colocación de sendas placas dedicadas a los comercios centenarios. Se trata de la Farmacia Colomer-León y de la Taberna Casa Alberto. Al acto ha asistido el consejero delegado de Economía y Participación Ciudadana, Miguel Ángel Villanueva.
La farmacia Colomer-León se encuentra en la esquina de la calle de León con Cervantes y data de finales del siglo XVII. Aparece en la lista de boticas establecidas en Madrid en 1833, pero situada en el número 17. En la cercana iglesia de San Sebastián está guardado el certificado de defunción del boticario más antiguo que se conoce, Pedro Serrano, fechado en diciembre de 1700. Tras su fallecimiento se hizo inventario y tasación de los diversos elementos de la botica, entre los que se citaban “32 caixas grandes donde están las hierbas con sus cabezas, en campo dorado, a 7 reales cada una; 140 botes de simientes, raíces azules...”. También aparecen nombrados la cueva y el pozo, indispensables para almacenar las materias primas y obtener el agua necesaria para los cocimientos, mixturas e infusiones.
En el primer tercio del XIX estuvo a cargo de Matías Velasco Baltasar. En este mismo lugar desempeñó su oficio Germán Ortega Mateo, uno de los impulsores de la Exposición Farmacéutica Nacional de 1882. Éste logró adquirir la farmacia al obtener su anterior propietario, José López Girón y Mora, plaza de farmacéutico de la Beneficencia Provincial de Madrid. Entre las principales actuaciones de Germán Ortega destaca la instalación de un laboratorio para la fabricación de especialidades farmacéuticas. Ortega se la vende en 1904 a su sobrino Rufino Escribano Ortega, que llegó a presidir la Unión Farmacéutica Nacional, y éste al penúltimo propietario de la farmacia, Leonardo Gutiérrez Colomer. Fue en 1930 y el contrato de compraventa incluía al mancebo, un tal Mariano de la Fuente Monedero, que murió con 103 años y al que se otorgó la Medalla al Trabajo.
Actualmente atiende la botica la licenciada María Luisa Matesanz. El establecimiento conserva su aspecto de farmacia antigua, aunque su decoración con anaquelerías de madera oscura y rojiza con adornos dorados procede del pasado siglo. Destaca el botamen, con tarros y copas, aunque Colomer donó un buen número de piezas al Museo de la Farmacia Hispana.
Casa Alberto es una taberna fundada en 1827 en el mismo edificio, Huertas 18, en el que Miguel de Cervantes vivió y escribió sus dos obras maestras: la segunda parte de ‘El Quijote’ y ‘Los trabajos de Persiles y Segismunda’, y terminó otras como su ‘Viaje al Parnaso’.
Aunque el local se remodeló hace dos décadas, de la época cervantina todavía conserva recuerdos -todos los que dejó Cervantes- expuestos en la segunda planta de la taberna, junto a otros más actuales, y ya con sabor tradicional: su librillo de zinc junto a la hermosa barra de ónice y madera (única en su género), su botellero, el manómetro de fabricación de agua de Seltz, un antiguo y valorado grifo, la caja registradora, las columnas y unas taquillas donde se vendían entradas para la clá de los teatros.
Según cuentan sus actuales encargados, Alfonso Delgado y José Luis Villares, en los orígenes de la taberna, en tiempos de Fernando VII, los madrileños acudían a Casa Alberto a tomar un chato de vino junto a un huevo duro y un trozo de bacalao. En la actualidad los clientes pueden degustar platos típicos como callos a la madrileña y bacalao, champiñón, albóndigas, boquerones en vinagre y croquetas, si bien su especialidad es el rabo de toro estofado, considerado uno de los mejores de todo Madrid, acompañadas de un buen vino de la casa procedente de La Rioja. Todo elaborado en el momento y con productos naturales.
Fuente: Ayto de Madrid
Más información sobre Casa Alberto
Listado de establecimientos centenarios (PDF)
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