La política y, mejor dicho, el politiqueo, todo lo emponzoñan. Madrid y Castilla y León comparten, más que verse separadas por ella, una sierra que encierra tesoros naturales y humanos reconocidos por la generalidad. La rivalidad política de los gobiernos central y autonómico, con el inexplicable beneplácito de los ecologistas, están impidiendo que el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama salga adelante.
Desde que en la década de 1920 comenzará el movimiento de reivindicación de un Parque Nacional en Guadarrama se han sucedido infinitas "casualidades" para su no declaración.
El tiempo no perdona y en estos casi noventa años se han malogrado muchos parajes. La presión humana que ejerce Madrid es grande y el urbanismo devorador ha conquistado muchos hitos antes vírgenes, diezmando sobremanera la riqueza, sobre todo paisajística, de esta "nuestra sierra".
Los ecologistas siempre han liderado los movimientos proteccionistas, presentándose como abanderados de la conservación, pero ahora zancadillean la declaración de un Parque Nacional que beneficiaría al gobierno regional (politiqueo) y nos vuelven a dejar a los madrileños sin nuestro Parque. Lo hacen con un mensaje contradictorio: se manifiestan pidiendo la máxima protección para la Sierra pero con sus críticas favorecen la ralentización del proceso. Mientras tanto, los ladrillos siguen avanzando. Denuncian que la Comunidad de Madrid pueda aprobar en el futuro, que todavía no ha ocurrido, los planes urbanísticos de los municipios de la zona, pero respaldan la dejadez de la ministra Narbona en el proceso de declaración (para que el Parque Nacional no "se lo apunten" los populares) criticando el Plan de Ordenación de Recursos Naturales que presentó Esperanza Aguirre y que es el resultado de varios años de trabajo de uno de los geógrafos más prestigiosos de Europa (D. Eduardo Martínez de Pisón).
Están manipulando a la opinión pública y perjudicando al medio ambiente. El dinero todo lo puede. Mientras tanto al ciudadano no le queda más recurso que preguntarse por la función y financiación de las asociaciones ecologistas si, en definitiva, no le resuelven sus inquietudes ambientales más próximas.
Ahora un grupo de 37 personas relacionadas con la defensa del Patrimonio cultural y natural, las Artes, las Humanidades y las Ciencias Sociales ha remitido una carta a la ministra de Medio Ambiente, a la presidenta de la Comunidad de Madrid y al presidente de la Junta de Castilla y León para solicitarles que se aceleren los trámites de declaración del Parque Nacional. Entre los firmantes: Antonio Mingote, Juan Luis Arsuaga, Pío Cabanillas, Baltasar Garzón, Eduardo García de Enterría, Jorge Trías...
A mí se me ocurren varias razones para declarar un Parque Nacional en la Sierra de Guadarrama, pero la fundamental de todas es la de proteger sus paisajes en armonía con la actividad humana, porque queremos que la Sierra siga ahí dentro de cien años en el mismo, o mejor, estado que ahora, y porque los madrileños necesitamos casas para vivir, vías para comunicarnos, prados para alimentar el ganado, madera para nuestros muebles, etc., en definitiva, un Madrid Sostenible.
Entiendo que la propuesta de la Comunidad de Madrid, a la espera de su complementaria de Castilla y León (mientras no estén las dos no puede ir al Congreso), es innovadora, pero quizá sea el momento de replantearse qué modelo de Parques Nacionales queremos. Los ecologistas hablan de desarrollo sostenible pero quieren acabar con determinadas actividades en Guadarrama que dan sustento a muchísimas familias. En un espacio protegido se puede cazar (los cotos son los espacios mejor protegidos), se pueden talar árboles (los Montes de Valsaín o de los Belgas son el mejor ejemplo de aprovechamiento sostenible: sorprende como a pesar de las toneladas de madera que se obtienen cada año, la masa arbórea continúa creciendo) y se puede criar ganado (las dehesas son las primeras que hay que proteger). Mientras se entretienen en estas cuestiones la verdadera amenaza, la construcción salvaje, continúa avanazando.
Los grandes espacios vírgenes donde se restringe toda presencia humana sólo tienen cabida en extensas zonas como la Amazonia, Siberia o Norteamérica. Ese es el modelo estadounidense de protección. En Europa no se encuentran selvas, sierras o bosques tan grandes. En Europa lo que hay son millones de personas en muy poco espacio. Para cuidar sus espacios naturales tendremos que tener en cuenta a esas personas y sus necesidades de desarrollo.
El hombre ha modelado ese paisaje guadarrameño durante siglos y debe seguir habitándolo y conservándolo, pero, por favor, háganlo de una vez y dejen "esa" política para cuestiones más triviales. Con el medio ambiente no se debería jugar. Un error hoy puede que no tenga solución máñana.
Para conocer un poco la Sierra de Guadarrama merecen la pena el apartado que le dedica la Fundación FIDA en su web (vídeo incluído) y la información que recoge Wikipedia.
Foto: Ignacio (Navacerrada desde la Maliciosa).
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