Hoy veo una nota de prensa de la Comunidad donde hace referencia al éxito del programa-gala que Telemadrid dedicó el pasad día 4 a la adopción de animales domésticos. Al hilo de esto y rastreando un poco por la red y por mis neuronas, me he dado cuenta que somos un poco más civilizados, y por tanto sostenibles, que hace apenas diez años.
Parece que nuestra región cuenta ya con un sistema centralizado y normalizado de acogida y adopción de animales de compañía. Lo que no tengo muy claro es que se dedique el mismo esfuerzo a la educación de sus dueños, cuando lo que sí que podemos constatar casi todos es que a más de uno le vendría muy bien un cursillo acelerado de civismo y respeto.
Hemos mejorado mucho en Madrid desde los no muy lejanos tiempos en que nuestras calles permanecían sembradas durante semanas de deposiciones caninas. El mérito del avance lo comparten, a mi entender, los servicios de limpieza y los "tenedores" de mascotas. Ambos mejoran de la mano. Es más fácil apelar al buen ciudadano que uno lleva dentro si pasea a su perro por una acera lustrosa, donde dejar un excremento debería abochornar al más pintado, que hacerlo sobre un muestrario de zurullos de difícil esquiva. Por el otro lado, también es más fácil mantener las calles limpias si la mayoría de los ciudadanos regresa del paseo "aliviador" sin dejar rastros insolidarios.
El otro problema de educación que todos podemos apreciar por nuestras calles es el de los animales sueltos. No sé qué es peor, si la congoja de cruzarse un dogo argentino sin correa y recibir el flechazo de su mirada asesina o la desesperación de ver nuestros pantalones adornados con las babas de un cocker curiosón.
Y, por último, el tercer problema: el abandono de animales, aunque este es más fácil conocerlo por los medios que sufrirlo directamente en el día a día, a menos que nuestro entorno cotidiano no esté muy próximo a un núcleo urbano. Los escenarios rurales, por resultar el cobijo final de estos animales, son los que mejor conocen la problemática de los animales abandonados: perros asilvestrados en nuestros campos, especies invasoras en nuestros ríos y bosques, nuevos predadores que alteran los ciclos ecológicos de un habitat en equilibrio...
Quizá pudiéramos considerar una cuarta cuestión, la higiénico-sanitaria, pero no me consta que, en pleno siglo XXI, tengamos en Madrid problemas significativos de salud derivados de la falta de cuidado de dueños y administraciones respecto a la tenencia de animales. Los problemas de civismo están más relacionados con el instinto egoísta de las personas que con sus supuesta estupidez, y a nadie se le ocurre tener en casa un foco infento-contagioso de cuatro patas para darle de comer y dejar que juegue con sus hijos. El problema viene cuando se cruza la puerta del hogar y tiene uno que convivir con, en el caso de Madrid, seis millones de convecinos.
Es curioso como algunos han llegado a asimilar que el espacio urbano lo comparten con muchas más personas y tienen más cuidado con sus animales pero todavía piensan que el medio rural les concede otro tipo de derechos. Salir a pasear al monte otorga al urbanita la convicción de que se encuentra en su jardín particular. No sentir en una senda la aglomeración de una calle urbana, le confiere al propietario de un can la sensación de poder ampliar su círculo de influencia, su espacio de acción, que aumentará enormemente si traslada su límite hasta allí donde su perro alcanza a correr. También se les debería explicar que allí su perro puede ocasionar incluso más problemas que en la ciudad. En un camino rural no hay más pantalones que los de uno para recoger todas las babas de ese chucho que, ¿dónde está el dueño?, viene a nuestro encuentro. Pero es que tampoco nadie le ha dicho a las aves carriceras o zarceras de nuestra sierra que podría llegar un cuadrúpedo visitante y arruinar su descendencia.
Vamos por buen camino, pero todavía queda trabajo.
El Centro Integral de Acogida de Animales tiene una página que incluye consejos sobre la tenencia de mascotas, además de ofrecer animales en adopción. El programa de la Comunidad de Madrid de adopción de animales, ofrece también su servicio a través de Madrid adopta.
Parece que nuestra región cuenta ya con un sistema centralizado y normalizado de acogida y adopción de animales de compañía. Lo que no tengo muy claro es que se dedique el mismo esfuerzo a la educación de sus dueños, cuando lo que sí que podemos constatar casi todos es que a más de uno le vendría muy bien un cursillo acelerado de civismo y respeto.
Hemos mejorado mucho en Madrid desde los no muy lejanos tiempos en que nuestras calles permanecían sembradas durante semanas de deposiciones caninas. El mérito del avance lo comparten, a mi entender, los servicios de limpieza y los "tenedores" de mascotas. Ambos mejoran de la mano. Es más fácil apelar al buen ciudadano que uno lleva dentro si pasea a su perro por una acera lustrosa, donde dejar un excremento debería abochornar al más pintado, que hacerlo sobre un muestrario de zurullos de difícil esquiva. Por el otro lado, también es más fácil mantener las calles limpias si la mayoría de los ciudadanos regresa del paseo "aliviador" sin dejar rastros insolidarios.
El otro problema de educación que todos podemos apreciar por nuestras calles es el de los animales sueltos. No sé qué es peor, si la congoja de cruzarse un dogo argentino sin correa y recibir el flechazo de su mirada asesina o la desesperación de ver nuestros pantalones adornados con las babas de un cocker curiosón.
Y, por último, el tercer problema: el abandono de animales, aunque este es más fácil conocerlo por los medios que sufrirlo directamente en el día a día, a menos que nuestro entorno cotidiano no esté muy próximo a un núcleo urbano. Los escenarios rurales, por resultar el cobijo final de estos animales, son los que mejor conocen la problemática de los animales abandonados: perros asilvestrados en nuestros campos, especies invasoras en nuestros ríos y bosques, nuevos predadores que alteran los ciclos ecológicos de un habitat en equilibrio...
Quizá pudiéramos considerar una cuarta cuestión, la higiénico-sanitaria, pero no me consta que, en pleno siglo XXI, tengamos en Madrid problemas significativos de salud derivados de la falta de cuidado de dueños y administraciones respecto a la tenencia de animales. Los problemas de civismo están más relacionados con el instinto egoísta de las personas que con sus supuesta estupidez, y a nadie se le ocurre tener en casa un foco infento-contagioso de cuatro patas para darle de comer y dejar que juegue con sus hijos. El problema viene cuando se cruza la puerta del hogar y tiene uno que convivir con, en el caso de Madrid, seis millones de convecinos.
Es curioso como algunos han llegado a asimilar que el espacio urbano lo comparten con muchas más personas y tienen más cuidado con sus animales pero todavía piensan que el medio rural les concede otro tipo de derechos. Salir a pasear al monte otorga al urbanita la convicción de que se encuentra en su jardín particular. No sentir en una senda la aglomeración de una calle urbana, le confiere al propietario de un can la sensación de poder ampliar su círculo de influencia, su espacio de acción, que aumentará enormemente si traslada su límite hasta allí donde su perro alcanza a correr. También se les debería explicar que allí su perro puede ocasionar incluso más problemas que en la ciudad. En un camino rural no hay más pantalones que los de uno para recoger todas las babas de ese chucho que, ¿dónde está el dueño?, viene a nuestro encuentro. Pero es que tampoco nadie le ha dicho a las aves carriceras o zarceras de nuestra sierra que podría llegar un cuadrúpedo visitante y arruinar su descendencia.
Vamos por buen camino, pero todavía queda trabajo.
El Centro Integral de Acogida de Animales tiene una página que incluye consejos sobre la tenencia de mascotas, además de ofrecer animales en adopción. El programa de la Comunidad de Madrid de adopción de animales, ofrece también su servicio a través de Madrid adopta.
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